Llegado el momento de los hechos, las personas que resulten
electas para cargos públicos municipales o autonómicos, habrán de tomar,
irremediablemente decisiones. Será el momento de la verdad, de la traslación de
las ideas a la realidad, de las musas al teatro.
Conviene saber o debería darse por sabido que los medios de
comunicación, como es su deber, les van a escrutar con lupa, y también la
ciudadanía en su conjunto. Tal vez haya quienes les exijan más de lo que puedan,
calculadora en mano, ofrecer, pero las limitaciones presupuestarias son entes
poco elásticos –sí, cabe, no obstante redistribuir-, aunque en otros asuntos el
vil metal no tenga tanta incidencia; nos referimos a asuntos tales como la
transparencia, la tolerancia nula con la corrupción o la efectiva participación
democrática. Ahí no se puede fallar, partidos viejos o nuevos han recibido ese
mensaje de modo categórico.
De modo recurrente, los conservadores españoles adoptan la
estrategia del miedo para devaluar al oponente, es casi un clásico por estos
lares. En el momento actual, se ha observado en algunos dirigentes populares se
afanan en utilizar ciertos vocablos (“bolivarianos”, “comunistas”) para
descalificar a ciertos partidos. No obstante, no parece un arma muy eficaz a
tal fin, pues solo habrán de convencer a los ya convencidos y a pocos más.
El
común de la gente, aunque no esté muy versada en política, sabe que hay una
Constitución que se respetará (y que hará respetar el ejército, ya que el
artículo 8.1 de nuestra carta magna, “tienen
como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su
integridad territorial y el ordenamiento constitucional”). Además España es
miembro de pleno derecho de la Unión Europea, y que son tantísimas las
diferencias entre España o Cuba que la simple comparación puede provocar
hilaridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario