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22 de septiembre de 2015

DOS NOTICIAS (MALAS) SOBRE EL MEDIO AMBIENTE

UNA.

Alrededor de 160.000 millones de euros anuales son subvencionados por las principales economías del mundo para la producción y consumo de petróleo, gas y carbón. Conocida esta exorbitante cifra, no resulta extraño comprobar las dificultades que tienen las fuentes de energías limpias para progresar.

En el caso de España, merece la pena recordar el recorte en la prima a las renovables -una retribución adicional al dinero que reciben las renovables por vender la energía que producen, es decir un tipo de subvención- que el gobierno del P.P. decretó en 2014.

DOS.

La agencia de protección ambiental de Estados Unidos (US EPA) acaba de acusar –y es de suponer que motivos fundados tiene- al grupo Volkswagen de manipular, mediante un software oculto, las emisiones de gases tóxicos de 482.000 vehículos diésel, que serían muy superiores a las declaradas o autorizadas.

Este tipo de prácticas boicotean, por intereses espurios, la sostenibilidad del consumo energético y la lucha contra el cambio climático. Y aún peor será si este truco pudiera afectar a los coches vendidos en el resto del mundo por parte de la multinacional bávara (en concreto, implicaría a todos los automóviles con motor Tdi y diésel de cuatro cilindros de los modelos Golf, Jetta, Passat, Beetle y A3 de Audi).


No obstante, la broma no le va a salir gratis, ya que Volkswagen ha confirmado que provisionará 6.500 millones de euros tras admitir que hasta 11 millones de unidades estarían afectados por el problema. 

13 de septiembre de 2015

CLAVES DEL SOBERANISMO CATALÁN: DEL DINERO A QUÉBEC

Resultado de imagen de junts pel si logoComo en la novela negra, el lema “sigue al dinero” podría explicar una razón esencial que, acaso, moviera el soberanismo catalán.  Siendo Cataluña, como es actualmente, fiscalmente solidaria con el resto del país más pobre, se pierde dinero. Podría ser, pues, ésta   la  singularidad que se pretende eliminar con la consecución de la independencia. 

Es, en este sentido, interesante reseñar que son las cuatro comunidades más prósperas –Madrid, Cataluña, Valencia y Baleares- las que ayudan, desde el punto de vista fiscal, al resto de autonomías, particularmente a las más pobres. Cabe destacar, asimismo, que Madrid, bajo esa óptica, resultaría ser el doble de solidaria que Cataluña: -16.723 millones de euros versus -8.455 (fuente: Ministerio de Economía y Hacienda, metodología carga/beneficio, año 2011).   Les  siguen Valencia (-2.018)  y Baleares (-1.483). Las más beneficiadas, por el contrario, resultan ser  Andalucía (+7.421), Canarias (+4.054) y Castilla y León (+3.929).

Así cobrarían sentido las palabras de Germá Bel, cabeza de lista por Tarragona, y parlamentario del Partido Socialista de Cataluña (PSC) entre 2000 y 2004, cuando dice que “el nuevo Estado llegaría a tener hasta 11.594 millones de superávit” o cuando adelanta la situación crediticia en la que quedaría Catalunya, que pasaría, según él, de un ráting de BB a uno mejor (A+): “La cualificación de la deuda viene de la capacidad de regular y, actualmente, Catalunya sólo puede regular sobre un 5% de sus ingresos”.

El 30 de septiembre de 1996 la Corte Suprema de Canadá (que es el tribunal supremo del país y hace el papel de tribunal constitucional) emitió una sentencia que establecía las condiciones en las cuales el Gobierno de ese país, de estructura federal,  podría negociar la posible secesión de una de sus provincias tras un referéndum. El país norteamericano es referencia de Junts pel si, si bien Québec –la región aspirante a la segregación- ha perdido dos referéndums (1980 y 1995). No obstante, la derrota de ese último año fue por un margen mínimo, ya que rozó el 50% de los sufragios (obtuvo el 49,6%).

Entre otras cosas se establecía que la pregunta a realizar fuera suficientemente clara, tras un largo debate en el que participaran todas las partes implicadas, así como que habría de obtenerse, necesariamente, una “mayoría reforzada”. También fijaba que Quebec no tendría el derecho a separarse unilateralmente por la legislación canadiense o internacional, así como que la secesión de una provincia de Canadá requeriría obligatoriamente una enmienda a la Constitución. Los nacionalistas de Québec respondieron con una ley propia (28 de febrero de 2001) que establecía su derecho a independizarse a través de un referéndum que se ganase con un 50% más uno de los votos válidamente emitidos.

El Ministro para Asuntos Intergubernamentales del gobierno canadiense,  Stephan Dion, consideró que esa ley había convertido a Canadá en el primer gran Estado democrático que admitía su divisibilidad en un texto legislativo, precisando que su Gobierno “sólo aceptaría entablar una negociación sobre la secesión en caso de que la población de una provincia manifestara claramente su voluntad de separarse de Canadá, que tendría que expresarse mediante una mayoría clara que responda a una pregunta que aborde claramente la cuestión de la secesión, y sólo después de que el proceso negociador hubiera concluido con justicia para todos en el marco de la primacía del Derecho”.

La opinión general de constitucionalistas, no obstante, es que sería necesaria una mayoría amplia (superior a la simple) para validar una secesión, ya que se trataría de un acto especialmente grave y, posiblemente, irreversible. Y también se contempla que la participación sea suficiente. En el último referéndum escocés votó el 84,5% del censo electoral, en Montenegro el 86,9%, en Quebec (1995) el 93% y en Timor Oriental el 97,1%.


El Parti québécois, junto con el Bloc québécois, ambos de corte socialdemócrata, fueron los impulsores de los dos referéndums mencionados, y mantienen vigente sus aspiraciones independentistas.