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11 de febrero de 2018

LA VACUNA CONTRA EL CÁNCER PODRÍA SER PRONTO UNA REALIDAD

Investigadores de la división de Oncología de la californiana universidad de Stanford –prestigiosa institución con 27 premios Nobel- ha anunciado el éxito en un experimento con ratones que logró erradicar tumores en casi un 100% de los casos, aplicando inmunoestimulantes.

Ratones del experimento
Los detalles fueron publicados en Science Translational Medicine (enero de 2018. Eradication of spontaneous malignancy by local immunotherapy)

Básicamente, los científicos seleccionaron agentes inmunoestimulantes que pudieran desencadenar una respuesta inmune de células T, un tipo de glóbulo blanco que se genera a partir de células madre situadas en la médula ósea.

Los autores señalaron que habían desarrollado “una estrategia práctica para la inmunoterapia del cáncer”. Aprovecharon el repertorio inmune preexistente de células T en el microambiente tumoral, combinando “un agonista de TLR y un anticuerpo activador OX40”, de modo que consiguieron amplificar estas células T antitumorales para inducir su acción en todo el cuerpo contra el tumor en sitios no tratados.

De los dos agentes inmunes utilizados en el estudio, uno ya ha sido aprobado para su uso en humanos y el segundo está, actualmente, involucrado en un ensayo de tratamiento de linfoma.

El experimento se efectuó en 90 ratones y logró erradicar completamente  los tumores en 87 de ellos, lo que permitió a los investigadores declararlos libres de cáncer. Y en los tres restantes los tumores retrocedieron después  de otra ronda de tratamiento inmunológico

Los resultados en ratones demuestran la potencia de implantar la vacuna in situ en una situación de cáncer espontáneo impulsada por un oncogen fuerte, lo que sugiere la posibilidad de una aplicación directa al cáncer humano, si bien no siempre los que funciona en los roedores también los hace en las personas.

Por analogía con los ratones genéticamente propensos, si la nueva técnica tuviese éxito en el ser humano, podemos imaginar que administrar una vacuna in situ en el sitio del tumor primario sea la primera opción antes de plantearse la cirugía en pacientes con alto riesgo de la aparición de enfermedad metastásica y/o en pacientes genéticamente propensos a desarrollar segundos cánceres primarios, tales como aquellos con mutaciones heredadas en los genes BRCA (genes que producen proteínas supresoras de tumores).

En todo caso, se requieren nuevas investigaciones que confirmen este experimento, sin olvidar las posibles consecuencias a largo plazo, cuestión que siempre es una preocupación con las terapias inmunológicas.

 “Eradication of spontaneous malignancy by local immunotherapy”
Autores: Idit Sagiv-Barfi, Debra K. Czerwinski, Shoshana Levy, Israt S. Alam, Aaron T. Mayer, Sanjiv S. Gambhir and Ronald Levy.
Division of Oncology, Department of Medicine, Stanford University, Stanford, CA 94305, USA. Department of Radiology, Molecular Imaging Program at Stanford (MIPS), Stanford University, Stanford, CA 94305, USA.


3 de febrero de 2018

UNA RECIENTE INVESTIGACIÓN AFIRMA QUE POSEER UNA GRAN INTELIGENCIA TAMBIÉN PODRÍA SER UNA FUENTE DE PROBLEMAS

 Se  ha  venido  dando  por  cierto  que la posesión de una alta inteligencia, supondría el éxito educativo y el nivel de ingresos futuros. Pero parece que no todo es positivo para los superdotados intelectuales.

En realidad, se sabe poco sobre las dificultades experimentadas por ellos. En concreto, las personas con una alta capacidad intelectual parece que poseen una “sobreexcitabilidad” en varios aspectos que puede predisponerlos a ciertos trastornos psicológicos, así como a condiciones fisiológicas que involucran respuestas sensoriales elevadas e inmunológicas e inflamatorias alteradas.

Así lo afirma un reciente estudio (High intelligence: A risk factor for psychological and physiological overexcitabilities. ScienceDirect, Volume 66, January–February 2018) que realizó una encuesta a 3.715 individuos que estaban en o por encima del percentil 98 de la inteligencia.

Se solicitó a los participantes autoevaluar la prevalencia de trastornos de ansiedad y estado de ánimo diagnosticados o sospechados, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno del espectro autista (TEA) y enfermedades fisiológicas que incluyen alergias ambientales y alimentarias, asma y enfermedades autoinmunes.

Se pudo confirmar una alta correlación estadística y un índice de riesgo relativo notablemente alto de diagnósticos para todas las afecciones citadas en comparación con las estadísticas nacionales promedio. Esto implicaría al alto cociente intelectual como un factor de riesgo potencial de trastornos afectivos, TDAH, TEA y una mayor incidencia de enfermedades relacionadas con la desregulación del sistema inmune. Los hallazgos preliminares apoyan firmemente una asociación híper cerebral / híper corporal que puede tener importantes implicaciones individuales y sociales.

El bioquímico estadounidense de origen chino Roger Y. Tsien, premio nobel de Química en 2008, define la inteligencia como "la capacidad de autodescubrir el conocimiento y los patrones de un mundo lleno de incertidumbres y posibilidades infinitas" (...) subrayando que “El individuo altamente inteligente tiene una notable capacidad para ver e internalizar estas inmensas incertidumbres, posibilidades y problemas. Este regalo puede ser un catalizador para el empoderamiento y la autorrealización o puede ser un predictor de desregulación y debilitación, como sugieren los resultados actuales. Si estos individuos asimilan su mundo de una manera intelectual tan sobreexcitada (híper cerebro), también existe la posibilidad de un intenso nivel de procesamiento fisiológico (hiper cuerpo)”.

La teoría del hiper cerebro/híper cuerpo es nueva y, como tal, será necesario llevar a cabo una serie de estudios para comprender mejor sus fortalezas y limitaciones. Comprender la relación entre la alta inteligencia y la enfermedad podría tener un impacto personal y social significativo. En el mencionado estudio, se presentó un marco teórico plausible y altamente comprobable que espera servir como un trampolín para futuros diseños experimentales en todas las disciplinas y proporcionado evidencia para demostrar que aquellos individuos  con alta inteligencia corren un riesgo significativamente mayor para los trastornos psicológicos y las enfermedades fisiológicas examinados.

No obstante, se necesita más investigación para demostrar la causalidad. Con el avance reciente del estudio de la inteligencia utilizando técnicas de neuroimagen e intentos a gran escala para mapear el genoma combinado con las investigaciones más recientes que se realizan para comprender mejor los procesos psiconeuroinmunológicos implicados.

Cabe recordar que los conceptos “inteligencia” y “cociente intelectual” se hicieron rápidamente operativos en el siglo XX. Se suponía que cada individuo poseía una cierta cantidad de inteligencia, ya fuera innata, ya producto de la educación, y para su medición se diseñaron muchos tests al respecto.

La teoría de las inteligencias múltiples de Gardner (1983) proporciona otra perspectiva acerca de cómo las habilidades de procesamiento de la información subyacen a la conducta inteligente, y amplía el concepto al incluir siete áreas separadas del conocimiento (lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, corporal-cinestésica, interpersonal e intrapersonal) que funcionan de manera relativamente independiente, pero que interactúan a otros niveles cuando el sujeto se dedica a la solución de problemas (Howell y otros, 1997).

Gardner cree que la inteligencia debería ser definida en función de las series distintas de las operaciones de procesamiento que permiten a los individuos solucionar problemas, crear productos y descubrir un nuevo conocimiento en diversas series de actividades valoradas culturalmente (Berk, 1998). La teoría de la inteligencia de Gardner ha alcanzado gran aceptación porque es fácil de comprender y porque permite explicar diversos tipos de capacidades superiores, con independencia del rendimiento académico.

Actualmente los expertos conciben la superdotación desde una perspectiva mucho más amplia que hace sólo unas décadas, y en las definiciones se introducen otras dimensiones como la creatividad, la motivación, el autoconcepto, la capacidad de liderazgo y la capacidad física, la socialización, así como factores no intelectivos y fortuitos y características cognitivas