El milagro de la denominada “enzima milagrosa” empieza por vender dos millones de ejemplares del libro que lo cuenta. Y según sus críticos, acaba ahí.
Su autor es el doctor Hiromi Shinya, cirujano japonés nacido en 1935, que modernizó las técnicas de colonoscopia, médico personal de la familia real japonesa y que enfatiza la importancia de la dieta en la salud. Especialista de Digestivo, lleva varias décadas examinando pacientes, y llega a una conclusión: "Lácteos, carne, dulces y alimentos procesados y sin vida son la causa de tantas malignidades en nuestra salud porque minan nuestro Sistema Inmune".
Según él, una buena dieta es la que está orientada a preservar el número adecuado de lo que llama “enzimas madre” (prototipos generales de enzima de las que derivan las enzimas específicas para cada función orgánica) e incrementar el número de las “enzimas buenas” obtenidas del exterior.
Las enzimas son sustancias proteínicas que producen las células vivas y que actúan como catalizadores de los procesos del metabolismo. Más en concreto, las enzimas digestivas son las responsables de construir, sintetizar, transportar y eliminar los ingredientes y químicos que circulan por nuestro cuerpo encargándose del procesamiento y separación molecular de los alimentos que ingerimos, para que su absorción sea más fácil.
Para esquivar muchas enfermedades, sostiene el doctor, resulta imprescindible comer a diario “cereales integrales, verduras, legumbres, algo de pescado, algas, sopa de miso, pequeñas cantidades de frutas fuera de las comidas, además de masticar bien cada bocado, ejercicio diario moderado y una actitud tranquila y positiva en la vida”, así como beber agua mineral y sustituir la leche por la soja.
Según Shinya, basándose en la medicina tradicional china, existen “cinco «flujos» en el cuerpo humano: el sanguíneo y linfático, el gastrointestinal, el urinario, el del aire y el de la energía interna (Chi)".
En nuestro país, en la portada del libro podemos leer: “La dieta del futuro que evitará las enfermedades cardiacas, curará el cáncer, detendrá la diabetes tipo 2, combatirá la obesidad y prevendrá padecimientos crónicos degenerativos”. Parece un tanto exagerada –casi milagrosa- tanta promesa.
El problema es que no se aportan pruebas y evidencias, ni tampoco estudios epidemiológicos. Lo que propone el doctor Shinya no resulta, en realidad, muy novedoso: una dieta restrictiva y cercana al mundo del vegetarianismo. Pero, al mismo tiempo, realiza afirmaciones muy categóricas sobre alimentos y hábitos a la hora de comer que seguramente necesitan de más investigación médica para demostrar su validez.