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27 de noviembre de 2016

LOS CHINOS NO TEMEN A TRUMP (Y ALGUNOS SE RÍEN DE ÉL)

El inesperado triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses de fue recibido con reacciones diversas en las redes sociales de país asiático. Pronto se pusieron en marcha, saludando la elección de Estados Unidos con una mezcla de optimismo y desconcierto, en los que menudeaban las burlas hacia el sistema político estadounidense.  Muchos usuarios publicaron videos divertidos y memes de la elección.

"Gracias a Dios, no usamos un sistema electoral en China o nuestro presidente sería Li Yifeng o Wu Yifan" (ambos ídolos de entretenimiento para adolescentes), fue otro comentario popular en Sina Weibo, un  sitio web chino de redes sociales, similar a Twitter, con cerca de 400 millones de usuarios registrados. Esta web está vigilada por las autoridades; de hecho, del  31 de marzo al 3 de abril de 2012 fueron suspendido sus servicios bajo el argumento de evitar rumores de un golpe de Estado, estableciéndose a continuación el registro obligatorio de los nombres reales de los usuarios.

En declaraciones a China Daily, Dong Chunling, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China, manifestó que no veía ”una gran revocación en las relaciones entre China y Estados Unidos, porque con su perspicacia en los negocios, Trump sabe que China y Estados Unidos se necesitan mutuamente."

En contraste con los comentarios humorísticos y, en muchos casos, despectivos en las redes sociales, el primer comentario oficial de China sobre el resultado fue prudente. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lu Kang, dijo el día de las elecciones que "el nuevo gobierno de Estados Unidos puede hacer esfuerzos conjuntos con China para presentar una relación bilateral estable y sólida con personas de los dos paises y la totalidad del Mundo". Por su parte, Xi Jinping, presidente de la República Popular China, declaró que "las dos mayores economías del mundo deben cooperar, y los asuntos en los que se puede cooperar son muchos".


Los políticos y empresarios chinos mantienen la opinión de que los comentarios pre-electorales de Trump son, muy probablemente, la tradicional propaganda anti-China dirigida al público estadounidense durante las recientes campañas electorales, mostrándose confiados en que, a la postre, el nuevo mandatario será un hombre de negocios pragmático, al que le interesa seguir cooperando con China una vez en el cargo. Además, el anuncio de la retirada norteamericana del acuerdo comercial de la Asociación Transpacífica (TPP) liderado por Estados Unidos, será música para los oídos de Pekín, que ve expedita la vía para consolidar su liderazgo en la región Asia-Pacífico.

15 de noviembre de 2016

EN REALIDAD, HILLARY GANÓ LAS ELECCIONES


Si se cuentan los votos, lo cierto es que Hillary Clinton ganó las elecciones. En concreto, obtuvo 668.059 más que Trump.

Observemos el siguiente cuadro:
Aunque los Demócratas batieron a los Republicanos, el sistema electoral norteamericano redistribuye los, llamémosles escaños, de forma que Trump obtiene 290 y Hillary 232. Si el sistema fuera proporcional puro, el resultado sería bien distinto, favorable por 3 escaños a la Clinton
Observemos, asimismo, que se registró una abstención del 42,14%. Esto supone más de 97 millones de estadounidenses, lo que le convierte -virtualmente- en el primer partido de U.S.A.

5 de noviembre de 2016

O TRANSFERENCIAS ECONÓMICAS O PROBLEMAS SOCIALES

Resultado de imagen de eurosM u c h o s  y graves problemas de toda índole podrían ser paliados o, incluso, solucionados, con más recursos: perdonen la perogrullada. Y, en muchos casos, por no decir en casi todos, recursos significa primariamente dinero, money.
De modo que, si hojeamos los periódicos, podríamos saber de los problemas derivados de un huracán en Haití, de la limpieza de Madrid, de la cuestión catalana, la inmigración, el Brexit, el Déficit Público, la lentitud de la Justicia, la precariedad laboral y el desempleo, la contaminación, el sistema sanitario, el calentamiento global... y así podríamos seguir enunciando una lista casi interminable de asuntos patrios tras los cuales el dinero sería el principal protagonista, y su ausencia, el principal problema. En buena parte, dinero público.

Pero, en última instancia, el dinero público ha sido antes dinero privado: proviene de bolsillos ciudadanos o empresariales, a través de impuestos, tasas, etc. El Déficit Público que, desde hace años, aflige al estado español se origina, como es bien sabido, en la insuficiencia de ingresos fiscales respecto a los gastos. Aquéllos son, actualmente, un 6% inferiores a la media europea.

Así pues, la línea prioritaria de actuación del nuevo gobierno debería ser recaudar esos seis puntos, disponiendo los medios para  Incrementar la persecución de los evasores fiscales, aflorar –al menos en parte- la economía sumergida o suprimir subvenciones innecesarias.
Por otra parte, los empresarios han indicado reiteradamente la conveniencia, cuando no la necesidad, de reducir el mencionado Déficit Público; estando de acuerdo en el objetivo –no tanto en los plazos-, podría apuntarse un dato: los beneficios de las empresas del IBEX 35 en los tres últimos años (2014, 2015 y previsión del 2016) ascienden a poco más de 90.000 millones de euros. La Comisión Europea nos exige un recorte de 5.500 millones para 2017. Si los señores del IBEX transfiriesen generosamente tan sólo un 6% de los beneficios citados antes al Estado, no sería necesario dicho recorte, con el consiguiente beneficio para la salud financiera de España, para los agentes económicos, incluidas las compañías del selectivo, y también para el empleo.


Ese era solo un ejemplo, en realidad muy poco probable. Pero si las élites económicas acumulan crecientemente recursos en detrimento del resto, se acabará produciendo (a corto-medio plazo) un desequilibrio en el conjunto de la economía que, a su vez, generará importantes conflictos sociales. La única forma pacífica de evitarlo es la transferencia de la minoría tenedora de la mayoría del capital hacia el resto de los sectores de la población, prioritariamente los menos consistentes, en forma de redistribución fiscal, renta mínima o subvenciones.