La robotización constituye,
como es sabido, un proceso industrial muy creciente que incrementa
drásticamente la productividad, pero que también conlleva, inevitablemente, la
eliminación masiva de puestos de trabajo.
Acaba de presentarse un superrobot –denominado Sewbot-, creado por una empresa de
tecnología, con sede en
Atlanta (Estados Unidos), SoftWear Automation, que utiliza cámaras y brazos robóticos que cosen y cortan la tela de
una forma rápida y precisa, realizando
un trabajo que muchos pensaron que sería exclusivo para los humanos por la atención a los detalles que se necesita.
Según sus creadores, este superrobot es capaz de crear una prenda a un nivel de precisión que
supera el del ojo humano. De modo
que Tianyuan Garments, con sede en Hangzhou
(China), y principal fabricante de
camisetas Adidas en el mundo, se ha
asociado con SoftWear para adoptar esta tecnología, con lo que prevén de elaborar
una camiseta cada 22 segundos.
Según las cifras que ofrece la compañía, esto supondrá la
fabricación de 800.000 camisetas diarias,
lo que se traduce en un aumento de la
producción de casi el 300% y una importante reducción de costes, aunque no
se han dado cifras de cuántos puestos de trabajo sustituirá (ni creemos que lo
haga).
Así, ni la fabricas chinas más baratas del mundo podrán competir contra ellos, ya que
para esas factorías el coste de una persona por cada camiseta es de 33 centavos de dólar, mientras que para
ellos será de alrededor de 5. La
ventaja competitiva de China –y otros países- de ofrecer mano de obra barata se
vería así muy disminuida si
proliferan los robots como Sewbot. Y no sólo de la industria textil.
En este sentido, resulta significativo que Tianyuan Garments
haya desvelado que invertirá 20 millones
de dólares en una vieja planta de fabricación de metales en Arkansas para convertirla en una
fábrica de prendas de vestir de vanguardia. Comenzaría a funcionar a finales de
2017; sería la primera vez que una empresa de prendas de vestir china estaría fabricando
sus mercancías en los Estados Unidos.
La pérdida de puestos de trabajo será, previsiblemente,
enorme. Como dato, y según el Consejo
Nacional de Organizaciones Textiles, que representa la industria
norteamericana, los productos textiles fabricados en Estados Unidos totalizaron
unos 74.400 millones de dólares en 2016, habiendo incrementado su productividad desde el año 2000 en un 52%. Sin
embargo, el número de trabajadores de la cadena del sector textil en 2016
ascendía a 565.000, lo que supone casi
la mitad de los empleados una década antes.