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3 de mayo de 2017

NUEVA VUELTA DE TUERCA A LA REFORMA DE LAS PENSIONES


“Subir la edad de jubilación por encima de los 67 años”. Esta es la última recomendación del Banco de España, argumentando que "podría estar justificado" en pro de la sostenibilidad de las pensiones.” Esto podía leerse en el diario “El País” del pasado 17 de febrero, si bien no especificaba cuando habría de implantarse tal consejo.

Tomando los últimos datos publicados por la OCDE puede comprobarse que, actualmente, solo hay 7 países (de un total de 36) con la edad de jubilación superior a los 65 años: Polonia, Irlanda, Portugal, Estados Unidos, Israel, Islandia y Noruega (en estos tres últimos países es de 70 años). Las tasas más pequeñas se dan en Eslovenia (58,7), Bélgica (60), Letonia y Luxemburgo (60). Son datos al cierre de 2015.

No obstante, hay que señalar que la edad de retiro real suele ser inferior, debido, por ejemplo, a jubilaciones anticipadas y prejubilaciones. En nuestro país, según los datos del Gobierno, estaría ya en 64,1 años.

En 2014, España destinó un 10,5% de su Producto Interior Bruto  a sufragar las pensiones (según Eurostat), más que en 2008, cuando suponía un 9,3% de la riqueza nacional. La media de la OCDE, sin embargo, es del 7,9%.

Comparado con el resto de países europeos, somos de los que más gastamos en pensiones en relación al PIB. De media, los españoles perciben casi un 89,5% de su salario cuando se retiran de la vida laboral, en el séptimo lugar del ranking (incluso, hay dos países por encima del 100%: Luxemburgo y Francia).

En Alemania la cifra es parecida, casi el 87%, como Suecia (86%), y algo menos Reino Unido (82%). Con las medidas ya en marcha del Pacto de Toledo, la previsión es que en España esta tasa baje hasta casi el 70% en los próximos años, pero es obvio que los salarios en estos últimos países son sensiblemente más elevados: según la OCDE los ingresos medios de un trabajador en España ascienden a 26.162 euros, frente a los 33.036 de la media de la OCDE (casi un 21% inferior).

Llama la atención el caso de Estados Unidos. La pobreza de los jubilados, comparada con el conjunto de los países de la OCDE, es alta. En 2015, el 21,5% de los norteamericanos de más de 65 años viven en la pobreza, comparado con el 12,6% de la OCDE. En Norteamérica, los trabajadores con un salario medio que se jubilan después de una carrera completa solo obtienen una pensión de jubilación del 54%.  Sin embargo, las pensiones privadas juegan un papel importante en la provisión de ingresos para la vejez en los Estados Unidos. Si las añadimos a las pensiones públicas, éstas aumentarían al 82%.

Volviendo a nuestro país, e independientemente de todo ello, el grupo socialista en el Parlamento de Andalucía ha propuesto que los prejubilados que acrediten una cotización efectiva de 40 o más años cotizados sean excluidos de los coeficientes que reducen su pensión (que pueden alcanzar hasta el 30%), proponiendo que la Junta de Andalucía demande al Gobierno central las modificaciones necesarias para ello en la Ley General de la Seguridad Social, una iniciativa que trata de enmendar unas mermas excesivas en la pensión de trabajadores que llevan toda la vida cotizando pero que, por ejemplo, han perdido su trabajo (sin poder encontrar otro por su avanzada edad) en el último tramo de su carrera laboral.

Lo cierto es que la población española está envejeciendo y además, según las proyecciones del INE, se reducirá en los próximos 50 años, pasando de 46,5 millones de individuos a 41 millones. Y con el retorno de la inflación las pensiones públicas subirán por fuerza menos que el IPC, por lo que los jubilados irán perdiendo progresivamente poder adquisitivo, aunque los que peor los tienen son los jóvenes.

Próximamente –hacia junio- se reunirá el Pacto de Toledo, pero el Gobierno no quiere un pacto que “solo incluya de dónde sacar más recursos para el sistema de pensiones, sino uno que acuerde los espacios de solidaridad y contributividad para los próximos tiempos”. Con estas palabras el secretario de Estado de Seguridad Social, Tomás Burgos, ha pedido a los grupos parlamentarios que negocian la reforma de pensiones en el Pacto de Toledo que evalúen si “los tipos de cotización son los necesarios para pagar las pensiones que se quieren pagar”. Traducido al lenguaje común es que si se desean pensiones como las que se están generando en la actualidad habrá que subir las cotizaciones.


Para el presente año, Burgos, ha defendido la fórmula mixta escogida por el Gobierno para costear el déficit del sistema de pensiones: uso de una parte del fondo de reserva, más un crédito de 10.200 millones. Para 2018 ya se verá.