Muchos
han sido y
serán los reportajes en radio, prensa y televisión loando la labor
del Banco de Alimentos. Muchos voluntarios trabajan de buena
fe
(y gratis la mayoría, aunque alguien parece que sí cobra, pues hay
un epígrafe de gastos de personal en las cuentas de 2013 que
asciende a 474.205 euros) en esta ONG que socorre a los más
necesitados.
Pero esta es sólo una cara de la moneda. Hay otra menos amable.
El
Banco de Alimentos está controlado por La Fundación
Lealtad,
una ONG creada en 2001 y gobernada, actualmente,
por patronos institucionales como Banco
Santander,
Deutsche
Bank,
Fundación
Villar Mir
(del grupo del mismo nombre que opera en inmobiliarias como OHL,
autopistas, y otros negocios), Fundación PWC
(la firma líder mundial de auditoría) o Fundación Mutua
Madrileña.
Figura
como presidente Salvador
García-Atance Lafuente, Doctor
en Ciencias Económicas, Técnico Comercial y Economista del Estado,
que
fue Socio Fundador y Presidente de AB
Asesores,
empresa
especializada
en banca de inversión.
Otros
patronos individuales son Laura Abasolo García de Baquedano Directora
de Control y Planificación de Telefónica
S.A. y
miembro de su Comité Ejecutivo, Helena Revoredo Delvecchio,
Presidenta de Prosegur
y de la Fundación Prosegur y consejera
de Banco
Popular
y de Mediaset,
o Pedro Guerrero Guerrero, abogado del Estado y notario en
excedencia.
En
el capítulo de “financiadores” aparecen las empresas privadas
que figuran en el grupo: además de las mencionadas antes, Inditex,
Accenture, Banco Sabadell, Alcampo, Bankia, Bankinter, BBVA, Cepsa,
El Corte Inglés, Ferrovial, Dia, Carrefour, Gas Natural, Repsol,
entre otras.
Dos
son los fines, confesados o no, de las fundaciones pertenecientes a
estas grandes compañías: obtener desgravaciones fiscales y
mejorar su reputación.
Resulta
paradójico que algunos de los actores principales que provocaron el
mayor fiasco económico de la Democracia (bancos y
constructoras), y que abundan en el grupo Lealtad, pretendan ayudar
con migajas a muchos ciudadanos, a los que hicieron pagar bien caros
sus errores, sin tener la más mínima culpa.
Por
otra parte, llama la atención el currículo de los dirigentes de
la Fundación Lealtad: economistas especializados en finanzas, en
banca de inversión, abogados, hasta un notario. Resulta chocante que
no haya nadie relacionado ni remotamente con la gestión de ONG,
expertos en el campo de la pobreza y la exclusión, psicólogos...
más bien parece el consejo de administración de un banco o una
multinacional.
Buena
parte de los presidentes de los bancos de alimentos de España están
vinculados al Opus Dei, según la organización Redes
Cristianas. No es descabellado pensar que tales bancos
constituyan una buena plataforma para difundir los principios de la
Obra.
En
un solo año el Banco de Alimentos mueve varios cientos de
millones de euros en alimentos comprados por ciudadanos
verdaderamente solidarios, sobre todo en hipermercados y grandes
superficies, que de esta forma no necesitan costear la destrucción
de sus excedentes.
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