Los
avances en la neurociencia están cambiando nuestra comprensión del
cerebro. Así
podrían
abrirse las puertas al
tratamiento potencial de trastornos previamente intratables, pero
también plantean cuestiones éticas difíciles, como, por ejemplo si
es admisible alterar los recuerdos o leer un mente.
En
términos más generales, estos avances en la investigación están
planteando cuestiones que podrían invadir en los conceptos
tradicionales de libre
albedrío y
responsabilidad personal, de acuerdo con los oradores en la reunión
anual de la Sociedad
Internacional de Neuroética,
celebrado del 11 al 14 del pasado mes de noviembre en Washington.
El
psicólogo Alan I.
Leshner, ex director del
Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, que moderó una sesión
sobre el futuro de la investigación en neurociencias
y sus implicaciones éticas, dijo que los científicos deben
anticiparse a las preguntas del público sobre lo que significa su
investigación para los conceptos de "yo" y "el alma".
"Cuando usted dice que la mente es el producto de una serie de
eventos físicos y químicos la gente suele incomodarse”.
THOMAS INSEL |
Thomas
Insel, director del
Instituto Nacional de
Salud Mental (NIMH),
señaló que, con alguna frecuencia, la neuroimagen y otras técnicas
están siendo dudosamente
utilizadas. Concretamente,
los tribunales han visto un aumento en el número de acusados que
argumentan que sus cerebros
defectuosos eran
los que tenían la culpa de
sus crímenes, y, en
algunos casos, esa
circunstancia
ha ayudado a reducir sus
penas.
GEORGE KOOB |
George
Koob, director del Instituto Nacional sobre el Abuso de
Alcohol y Alcoholismo (NIAAA), resaltó que no tiene ninguna
respuesta fácil frente al argumento "mi cerebro me hizo
hacerlo", pues existe alguna evidencia, de
que las neuronas, en ciertos centros de comando del cerebro,
están tomando decisiones incluso antes de que una persona se
vuelva consciente de hacer una elección. La investigación
sugiere que "momentos antes de darse cuenta de lo que va a hacer
a continuación, su cerebro ya ha determinado lo que se va a hacer".
Una
parte del cerebro que controla la autorregulación es la
región medial ventral de la corteza prefrontal (situada en la
parte frontal del cerebro, justo detrás de la frente). Los
investigadores están descubriendo que dicha región está dañada o
comprometida en alcohólicos y otros individuos que abusan
de sustancias, así como en las personas con trastorno de
estrés postraumático (TEPT). Asimismo, se ha observado que no
se desarrolla plenamente en el cerebro de los adolescentes, lo
que puede conducir y explicar sus comportamientos de riesgo impulsivo
y la toma de decisiones inadecuadas.
Cuando
se trata de trastornos cerebrales en general, dijo Insel,
es crucial identificar pronto los síntomas de las personas en
riesgo. Sin embargo, hay una renuencia pública en relación con los
esfuerzos para encontrar marcadores tempranos de los trastornos
potenciales. Así, cuando los investigadores utilizan métodos de
prueba y de imagen cognitivas para tratar de encontrar signos de
alerta de trastornos cerebrales (como por ejemplo, el autismo o
la esquizofrenia en niños y adolescentes) las personas involucradas
se muestran muy inquietas. Los investigadores y los profesionales
médicos deben sopesar los riesgos de etiquetar a un niño
antes de tiempo en relación con los beneficios potenciales de una
intervención preventiva.
Insel,
mientras tanto, instó a tener una actitud humilde, y señaló
que los científicos todavía conocen "mucho menos sobre el
cerebro que del corazón, el riñón, el hígado o el pulmón".
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