Era
más
que previsible el aluvión de ataques que sobre
Podemos, cual plaga del
Antiguo Testamento, iba a caer tras los buenos resultados obtenidos
por esa formación política en las diversas encuestas efectuadas en
los últimos meses (siempre
por encima del 20%).
Las elecciones municipales y autonómicas están cada vez más cercanas y cada partido trata de obtener más votos denigrando sin miramiento alguno al resto de oponentes, triste estrategia que los ciudadanos han venido soportando desde el inicio mismo de la democracia. En eso -y en otras cosas- se diferencian de las empresas comerciales, que lo que enfatizan son las excelencias de sus productos o servicios, recurriendo rara vez a descalificar a la competencia.
Las elecciones municipales y autonómicas están cada vez más cercanas y cada partido trata de obtener más votos denigrando sin miramiento alguno al resto de oponentes, triste estrategia que los ciudadanos han venido soportando desde el inicio mismo de la democracia. En eso -y en otras cosas- se diferencian de las empresas comerciales, que lo que enfatizan son las excelencias de sus productos o servicios, recurriendo rara vez a descalificar a la competencia.
Sin
embargo, no parece descabellado pensar que los de Pablo Iglesias no
hayan descontado
tal situación. Las acusaciones, por ejemplo, contra Juan
Carlos Monedero por sus
ingresos en relación
con los trabajos de asesoría
para diversos gobiernos centro y sudamericanos son, bien miradas,
resultan bastante
inconsistentes. El trabajo del profesor -que
también ha sido consultor de la ONU
o del Banco Central Europeo,
hecho que soslayan
no pocas informaciones y
tertulias periodísticas- es
perfectamente legal, y tampoco resulta objetable desde un punto de
vista ético, sabiendo además que todo o parte de los mencionados
emolumentos se reinvirtieron en un programa de televisión en
Internet (La Tuerka).
¿En qué, en cambio
revirtieron los dineros de la corrupción otros políticos? En sus
bolsillos.
Entonces
¿que hay de malo en formar parte de un amplio equipo de expertos que
estudiaron la viabilidad de una moneda única para latinoamérica?
¿Acaso no se hizo algo similar en el caso del euro?.
Parece
evidente que todas las invectivas contra Monedero se basan en
criterios puramente
ideológicos. Y es que
cuando la asesoría se refiere
a los países denominados por algunos como bolivarianos
arrecian furiosas
las críticas, a pesar de que esas naciones tienen gobiernos
legítimos salidos de la urnas. En este sentido, el titular
que apareció en la edición impresa del diario “El País”
del 21 de enero pasado es particularmente tendencioso, y atenta
contra la ética periodística que se
estudiaba en quinto de carrera. Dice así: “Monedero admite que
cobró 425.000 euros de Venezuela y sus aliados”. Sobran
comentarios.
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