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27 de enero de 2015

EFICACIA DE LOS ANTIDEPRESIVOS


Cada vez parece resultar más cierto que el tratamiento farmacológico de la depresión tiene una eficacia limitada. Según los últimos datos, hasta el 35% de los enfermos no responde al tratamiento, y  el cambio de la medicación u otras estrategias -como la potenciación y la combinación de antidepresivos-  son incapaces de mejorar a este grupo de pacientes.

Un estudio del Dr. Kirsch y un equipo de investigadores procedentes de universidades británicas, canadienses y estadounidenses, publicado en PLoS Medicine (Febrero de 2008, Kirsch I, Deacon B J, Huedo-Medina T B, Scoboria A, Moore T J, Jonson B T. Inicial severity and antidepressants benefits: A meta-analysis of data submitted to the Food and Drug Administration.) Llegó a la conclusión de que “los antidepresivos de nueva generación son esencialmente ineficaces para tratar las depresiones moderadas o severas”. Estadísticamente no es muy diferente la mejoría que experimentan estos pacientes con medicamentos o con placebo, y sólo en enfermos con depresiones más profundas la eficacia de los antidepresivos parece significativa.  

Por otra parte, Turner y colaboradores escribieron en The New England Journal of Medicine (enero de 2008) un artículo sobre la publicación selectiva de un número significativo de estudios con antidepresivos y su influencia en la eficacia aparente. Se comprobó que 31% de ellos no habían sido publicados y, salvo escasas excepciones, correspondían a resultados negativos. En cambio, entre los estudios que sí se publicaron, el 94% exhibía resultados positivos. No obstante, se concluyó que todos los antidepresivos son, en alguna medida, superiores al placebo, aunque su eficacia real suela ser menor a la de los resultados publicados.

Un reciente caso paradigmático es el agomelatina, un nuevo agente antidepresivo que presenta un mecanismo de acción particular, al actuar como agonista selectivo de los receptores MT1 y MT2 de la melatonina y como antagonista selectivo de los receptores 5-HT2c de la serotonina. En los diversos ensayos clínicos realizados con la agomelatina, su acción antidepresiva ha sido modesta e inferior a la de los modernos fármacos, y aunque su eficacia clínica ha sido de dudosa relevancia, finalmente fue autorizado. Sin embargo, justo antes de su aprobación se publicó un estudio en 515 pacientes que avalaba “la eficacia antidepresiva superior  (a otro antidepresivo “popular”, como es la fluoxetina, el Prozac) independientemente de la gravedad de la enfermedad”.

El congreso donde se presentó este estudio estuvo patrocinado por el fabricante de la agomelatina, laboratorios Servier. Por su parte, el Comité de Evaluación de Nuevos Medicamentos del Servicio Navarro de Salud dice: “No más eficaz que placebo, con dudas de su seguridad hepática”. Otros datos posteriores (los presentados en el 24 Congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNP) afirman que su principal característica es “reducir significativamente la ansiedad asociada a la depresión”.

Por ello, resulta apremiante progresar en la investigación que de lugar a fármacos realmente eficaces y poner obstáculos a la información sesgada por las estrategias de marketing.

Hay nuevas vías de investigación. Por ejemplo, se ha comprobado, que los pacientes deprimidos tienen niveles más bajos de la llamada proteína p11, sustancia que parece ser crítica para la capacidad de responder a los antidepresivos y que, además, podría estar directamente relacionada con los síntomas depresivos. En la investigación que se publica en la revista Science se ha localizado también el gen responsable de esta molécula, que podría marcar la susceptibilidad de un individuo a padecer depresión a lo largo de su vida. El hallazgo abre nuevas posibilidades terapéuticas para esta enfermedad, pues la  proteína p11 activa un receptor de serotonina en el cerebro conocido por la producción de una respuesta rápida antidepresiva.

Otro nuevo enfoque de la depresión, ha sido la utilización de fármacos que bloquean la acción de la acetilcolina en el cerebro. Este neurotransmisor interviene en la percepción del dolor, la consciencia y la memoria, y se ha verificado una alta correlación entre la depresión y una reducción o un agotamiento de la acetilcolina (además de la serotonina y noradrenalina).

También están bastante avanzadas las investigaciones sobre los denominados “inhibidores triples”, los que actúan no solo –como hasta ahora- sobre los neurotransmisores serotonina y noradrenalina, sino también sobre la dopamina, lo que, en teoría, posibilitaría un comienzo más rápido de la mejoría y una eficacia superior.

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