Se ha venido dando por cierto que
la posesión de una alta inteligencia,
supondría el éxito educativo y el nivel de ingresos futuros. Pero parece
que no todo es positivo para los superdotados
intelectuales.
En realidad, se sabe poco sobre las dificultades experimentadas por ellos. En concreto, las personas
con una alta capacidad intelectual parece que poseen una “sobreexcitabilidad” en varios aspectos que puede predisponerlos a ciertos trastornos
psicológicos, así como a condiciones
fisiológicas que involucran respuestas
sensoriales elevadas e inmunológicas e inflamatorias alteradas.
Así lo afirma un reciente estudio (High
intelligence: A risk factor for psychological and physiological
overexcitabilities. ScienceDirect,
Volume 66, January–February 2018) que realizó una encuesta a 3.715 individuos que estaban en o por
encima del percentil 98 de la
inteligencia.
Se solicitó a los participantes autoevaluar la prevalencia de trastornos de ansiedad y estado de ánimo
diagnosticados o sospechados, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno del espectro
autista (TEA) y enfermedades fisiológicas que incluyen alergias ambientales y alimentarias, asma y enfermedades autoinmunes.
Se pudo confirmar una
alta correlación estadística y un índice de riesgo relativo notablemente
alto de diagnósticos para todas las afecciones citadas en comparación con las
estadísticas nacionales promedio. Esto implicaría al alto cociente intelectual
como un factor de riesgo potencial
de trastornos afectivos, TDAH, TEA y
una mayor incidencia de enfermedades relacionadas con la desregulación del sistema
inmune. Los hallazgos preliminares apoyan firmemente una asociación híper cerebral / híper corporal
que puede tener importantes implicaciones individuales y sociales.
El bioquímico estadounidense de origen chino Roger Y. Tsien, premio nobel de Química
en 2008, define la inteligencia como "la
capacidad de autodescubrir el conocimiento y los patrones de un mundo lleno de
incertidumbres y posibilidades infinitas" (...) subrayando que “El individuo altamente inteligente tiene una
notable capacidad para ver e internalizar estas inmensas incertidumbres,
posibilidades y problemas. Este regalo puede ser un catalizador para el
empoderamiento y la autorrealización o puede ser un predictor de desregulación
y debilitación, como sugieren los resultados actuales. Si estos individuos asimilan
su mundo de una manera intelectual tan sobreexcitada (híper cerebro), también existe la posibilidad de un intenso nivel
de procesamiento fisiológico (hiper cuerpo)”.
La teoría del hiper
cerebro/híper cuerpo es nueva y,
como tal, será necesario llevar a cabo una serie de estudios para comprender
mejor sus fortalezas y limitaciones. Comprender la relación entre la alta inteligencia y la enfermedad
podría tener un impacto personal y social significativo. En el mencionado estudio,
se presentó un marco teórico plausible y altamente comprobable que espera
servir como un trampolín para futuros
diseños experimentales en todas las disciplinas y proporcionado evidencia
para demostrar que aquellos individuos con alta inteligencia corren un riesgo significativamente mayor para los
trastornos psicológicos y las enfermedades fisiológicas examinados.
No obstante, se necesita más investigación para demostrar la
causalidad. Con el avance reciente del estudio de la inteligencia utilizando
técnicas de neuroimagen e intentos a
gran escala para mapear el genoma
combinado con las investigaciones más recientes que se realizan para comprender
mejor los procesos psiconeuroinmunológicos implicados.
Cabe recordar que los conceptos “inteligencia” y “cociente
intelectual” se hicieron rápidamente operativos en el siglo XX. Se suponía que
cada individuo poseía una cierta
cantidad de inteligencia, ya fuera innata, ya producto de la educación, y
para su medición se diseñaron muchos tests al respecto.
La teoría de las inteligencias múltiples de Gardner (1983) proporciona otra
perspectiva acerca de cómo las habilidades de procesamiento de la información
subyacen a la conducta inteligente, y amplía el concepto al incluir siete áreas separadas del conocimiento
(lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, corporal-cinestésica,
interpersonal e intrapersonal) que funcionan de manera relativamente independiente,
pero que interactúan a otros niveles
cuando el sujeto se dedica a la solución de problemas (Howell y otros, 1997).
Gardner cree que la inteligencia debería ser definida en
función de las series distintas de las operaciones de procesamiento que
permiten a los individuos solucionar problemas, crear productos y descubrir un
nuevo conocimiento en diversas series de actividades valoradas culturalmente
(Berk, 1998). La teoría de la inteligencia de Gardner ha alcanzado gran
aceptación porque es fácil de comprender y porque permite explicar diversos
tipos de capacidades superiores, con
independencia del rendimiento académico.
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