Poco después del 25 de abril de 1974, el día “D” de la conocida como la Revolución de los Claveles portuguesa, Olof Palme hizo un viaje a Lisboa donde se entrevistó con Otelo Saraiva de Carvalho, miembro destacado de la Junta de Salvación Nacional que gobernó el país tras la revolución.
Palme era
primer ministro de Suecia, de filiación socialdemócrata. Siempre
demostró ser un hombre comprometido profundamente con los
problemas de los países del del Tercer
Mundo, así como en cuestiones sobre la participación de los
ciudadanos en la democracia y partidario del desarme, condenando
duramente las dictaduras tanto de derecha como de izquierda.
Saraiva de Carvalho,
teniente coronel de infantería y veterano de la guerra de Angola,
fue un hombre fundamental en la revolución clavelina, pues fue su
principal estratega. Lograría aglutinar a las dispersas fuerzas de
extrema izquierda de la nación, algunas de las cuales habían
ejercitado la lucha armada contra Salazar y la adhesión de Portugal
a la OTAN.
En su visita a la capital
lisboeta, Carvalho le comento a Palme: “Nuestra
revolución va a acabar con los ricos”. Y Palme le contesta: “Vaya,
lo contrario que queremos nosotros, que es acabar con todos los
pobres”.
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