“Todos
los estudios coinciden en que las crisis a los enfermos mentales
graves no les afectan mucho, pero sí ha aumentado la población que
antes no acudía a las consultas por problemas de salud mental
comunes», indicó Bobes. Esos pacientes centran su demanda en el
sistema de atención primaria y es sobre los médicos de familia
donde más recae la atención a los problemas de salud mental
derivados de la crisis. «La depresión es hoy en Europa la
enfermedad más debilitante”, subrayó el catedrático de
Psiquiatría, antes de anunciar que este tipo de trastornos aumentará
«el doble» en un futuro. Las demencias crecerán 2,2 veces más, y
la enfermedad de Parkinson, 1,5 veces más.
Los
problemas para conciliar el sueño están presentes en más de
la mitad de los desempleados y un 85% de los pacientes que
sufren de insomnio lo achaca a temas laborales. Pero también existe
un número importante de pacientes que acuden a consulta por
problemas de estómago, enfermedades de la piel o cuadros de
ansiedad, ya que las afecciones psicológicas afectan también
físicamente.
El
catedrático afirmó que, aunque son patologías que, en principio,
no suelen durar mucho, es necesario tratarlas, pues podrían
convertirse en crónicas. Las implicaciones económicas de estas
patologías también fueron motivo de análisis durante la charla.
«Un tercio de los pensionados por incapacidad permanente
procede del campo de la salud mental», aseveró Bobes. Y es la
depresión la que acarrea una mayor carga al sistema, «más que los
infartos, las demencias y el cáncer de pulmón», agregó.
Un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que es muy importante tener en cuenta que la relación entre crisis económica y salud mental es bidireccional. Bobes añade que esta situación está comenzando a saturar el sistema sanitario con los recursos actuales. “Cada vez vemos más personas con trastornos de ansiedad”, reconoció Bobes ante la triste realidad de que “el campo de las patologías del cerebro está infracuidado”, pues no se cumple el objetivo del 10% de gasto sanitario previsto según la estrategia de salud mental de la Unión Europea.
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