ZYGMUNT BAUMAN |
“Extraños llamando a la puerta” fue
su último ensayo, que aborda la crisis de los refugiados en el contexto del
concepto que él acuñó y que le dio notoriedad: la modernidad líquida. En síntesis, como indica Suárez, tal
concepto trata de “cómo los pilares
sólidos que apuntalaban la identidad del individuo -un estado fuerte, una
familia estable, un empleo indefinido...- se han ido licuando hasta escupir una
ciudadanía acongojada por la zozobra permanente y el miedo a quedarse atrás”.
No parece descabellado preguntar a quién beneficia este estado de cosas.
Una población desunida, temerosa, insolidaria, precaria, conviene a un sistema
productivo como el actual, donde maximizar
el beneficio o elevar el valor de la acción son elementos claramente prioritarios. Para colmo, los
refugiados son vistos por la mayoría como personas que, por su situación, se ofertarán mucho más baratos en el
mercado laboral, constituyendo, por tanto, una amenaza. Como resalta Bauman, "Su
aparición en masa (la de los
refugiados en Europa) nos hace
conscientes de cuán frágil, inestable y temporal es la presunta seguridad de
nuestras vidas. Los refugiados crean ansiedad porque el miedo a perderlo todo
ya estaba latente en Occidente". “La inmigración nos provoca tanta ansiedad porque ese miedo a
perderlo todo ya estaba ahí, latente, por la creciente precariedad de la vida”
señala Bauman.
De modo que la precarización de la
mayor parte de la sociedad está aquí para quedarse, o así lo predice el
sociólogo polaco. Los puestos de trabajo se están perdiendo como consecuencia
de la automatización e informatización (e internetización) de los procesos
productivos. Si todo continúa así, sólo habrá dos estamentos laborales
necesarios: los superespecialistas y la mano de obra poco cualificada que no
pueda sustituirse por robots. ¿Y el resto?
También Bauman opina sobre los Medios de Comunicación: «Es una
paradoja de nuestro tiempo. Ahora tenemos acceso a más información que nunca.
Una simple edición dominical del New York Times contiene más
información que la gente más educada de la Ilustración consumía en toda su
vida. Al mismo tiempo, los jóvenes actuales, los llamados millenials, que se
hicieron adultos con el cambio de milenio, nunca se habían sentido más
ignorantes sobre qué hacer, sobre cómo manejarse en la vida... ¡Todo es tan
tembloroso ahora!».
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