No va a hacer
falta un referéndum sobre la independencia
de Cataluña porque –por cortesía de Junts pel sí- se ha hecho ya. Y el
resultado es por todos conocido: 51,7% noes y 47,8% síes. No hay ni mayoría simple.
Recordemos que en Escocia
los votos afirmativos sumaron el 44,7% y en Quebec (el segundo, en 1995) el 49,4%. Distinto fue el caso de Timor Oriental (1999), dónde los
favorables a la secesión alcanzaron una mayoría clara con el 78,5%, dando así
lugar a la República Democrática de
Timor Oriental. En los tres casos el índice de participación fue muy alto,
entre el 84% y 95%.
En este sentido, hay que valorar la coherencia de una formación como la CUP que ha dejado claro que “la declaración unilateral de independencia
iba ligada a ganar el plebiscito. No hemos ganado el plebiscito, no hay
declaración unilateral de independencia” (Antonio
Baños). Contrasta esta actitud con lo declarado por Junts pel sí, que “aplicará
la hoja de ruta que ha planteado” (hacia la independencia en 18 meses). El PP, por su parte, no modifica en absoluto su discurso.
Sin embargo, sería poco
responsable cerrar, sin más, el
problema catalán si cerca del 50% de los catalanes están por la separación. A
pesar de los resultados, el estado español sigue teniendo un problema.
En los extremos del contencioso, pues, se ubican Rajoy y Mas. Si en el medio estuviera
la virtud, habrá que pensar que los cauces de solución los deben abrir PSOE, Ciudadanos y Podemos. Tal vez
debiera reformarse la Constitución, pues
desde 1978 ha llovido mucho.
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