Aunque faltan cuatro meses para las elecciones generales, el presidente Rajoy anuncia, con contenido alborozo, que subirá el sueldo a los funcionarios el 1% en 2016 y el 0,25% a las pensiones contributivas.
Considerando que los primeros han perdido en los últimos cinco años cerca del 30% de sus ingresos, la futura medida no ha hecho correr precisamente el cava entre los mismos, cosa parecida al cuarto de punto de subida del que disfrutarán los jubilados.
El funcionario que, por ejemplo, gane entre 900 y 1.200 euros netos al mes (una gran parte) verá incrementada su nómina en 9-12 euros. Los que ingresen 3.000 (los menos, pero haberlos haylos), 30.
Es decir, que cuanto más ganas más te suben. En estos tiempos de crisis -aún de crisis, sí, para los más de cinco millones de parados, para otros cuyos salarios fueron reducidos sí o sí, para tantos cuyo futuro en la empresa o la propia empresa está en peligro- no parece que prospere, al menos entre los dirigentes del Partido Popular, la idea de justicia distributiva. Lo lógico sería que el mencionado alza salarial del funcionariado se articulara en una escala que subiera más al que menos gana, y a la inversa.
Lo mismo debería operar para los pensionistas. Además de ser una subida rácana, es igual para todos. A un jubilado que perciba, por ejemplo, 650 euros netos al mes (que los hay, y no pocos) el incremento mensual será de 1,62 euros, o lo que es lo mismo, 5 céntimos diarios.
Sin embargo, para el que cobre la pensión máxima (actualmente 2.560 euros) será algo mejor: 6,40, aunque debería ser cero. Por justicia distributiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario