NOAM SHOMRON |
DAVID GURWITZ |
Investigadores de la Universidad de Tel Aviv en Israel aseguran haber conseguido asociar el
antidepresivo y su dosis correcta con el paciente a través de un simple
análisis de sangre, lo que evitará el proceso actual de prueba y error para
llegar al tratamiento adecuado.
Según los científicos que han llevado a cabo el estudio, publicado
en la revista «Translational Psychiatry», los receptores de las células de la
sangre y las neuronas son muy similares, lo que permite ver la respuesta a
determinado fármaco antidepresivo fuera del cuerpo del paciente.
«El problema ha sido siempre acertar con el fármaco y la
dosis correcta, algo que hasta que se consigue, genera mucho sufrimiento al
paciente», explicó el doctor Noam
Shomron, que co-dirige la investigación con su colega el doctor David Gurwitz, ambos de la facultad de
Medicina de la Universidad de Tel Aviv. Shomron resalta que, durante la
investigación, de las muestras de 80 pacientes que donaron su sangre, lo que
más les sorprendió fue descubrir el efecto de un gen en la depresión.
«Nos dimos cuenta de que había cultivos en los que el fármaco
apenas había tenido efecto y otros en los que éste había sido muy rápido.
Cuando hicimos los análisis de los perfiles moleculares vimos que el gen CHL1 era más alto en aquéllos
cultivos en los que el fármaco había tenido más efecto», señaló Shomron.
El gen CHL1 no estaba asociado hasta ahora con la depresión,
que tradicionalmente se asocia a la falta de serotonina, sino con las conexiones neuronales, conocidas como
sinapsis, que mandan mensajes a las neuronas a través de descargas eléctricas o
químicas. El deterioro de las sinapsis es uno de los primeros síntomas del
Alzheimer y se suele dar debido a la carencia de una proteína que repara las
sinapsis.
«Tras este estudio estamos convencidos de que la depresión no
se da tanto por la carencia de serotonina, sino por el deterioro de las sinapsis», dijo el investigador, añadiendo que
esto abre la puerta a una vía de investigación de la depresión y a un mejor
tratamiento de la misma.
Por ahora, tras el estudio con los cultivos de sangre humana,
la segunda etapa es la investigación en ratones para comprobar si los
resultados de los cultivos se cumplen en el cerebro de los roedores.
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