La
crítica más escuchada a los líderes de opinión conservadores
(generalmente conocidos periodistas) en relación con Podemos
se refiere al carácter populista de la formación, haciendo
especial énfasis en afirmar que son una fuerza que, llegados al
poder, convertirían a nuestro país en una dictadura, siendo su
modelo político el de Venezuela o Cuba.
Este
es el argumento que más puede dañar al partido de Pablo
Iglesias, la razón primordial que puede mover a muchos votantes
a negarle el voto futuro.
En
todo caso, Podemos debería responder a esta cuestión de modo
claro y preciso. Aunque España no sea Venezuela, ni mucho menos
Cuba, no resultará ocioso que afirmen con rotundidad que es un
partido democrático, que en el caso de gobernar realizará las
reformas anunciadas conforme a la ley, y que si desea cambiar la ley
lo hará conforme a los usos democráticos.
Y
ya puestos, tampoco estaría de más que
determinen que medidas concretas de control evitarían que, en el
caso de que sus afiliados ostenten en el futuro un cargo público, a
cualquier nivel, caigan en la tentación de la corrupción, se
atribuyan méritos falsos o hayan ingresado en sus filas con el
oculto fin de medrar. No estaría de más y, en realidad, sería algo
beneficioso para todos.
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