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4 de marzo de 2013

UN GESTO POLÍTICO DE FRANCO ES EL ORIGEN DE NUESTRA HORA OFICIAL


El pasado día 3 de marzo se celebró un “Acto histórico” en la Puerta del Sol de Madrid, cuyo objetivo fue sensibilizar a la sociedad española sobre la importancia, la trascendencia, la necesidad y la urgencia de un mejor uso del tiempo y unos horarios racionales normalizados con los de los demás países de la Unión Europea.

La necesidad de unos horarios racionales tiene como objetivos prioritarios la conciliación de la vida personal, familiar y laboral; el aumento de la productividad; el apoyo al rendimiento escolar; la disminución de la siniestralidad; facilitar la globalización; cuidar y mantener hábitos saludables; dormir el tiempo suficiente, y, en definitiva, dar mayor valor al tiempo. Todo esto pasa, ineludiblemente, por racionalizar nuestros horarios, para hacerlos convergentes con los países de economías más avanzadas.

Respecto al cambio de hora que como todos los años se efectuará a finales de marzo, Ignacio Buqueras, Presidente de la Comisión Nacionaly de ARHOE (Asociación para la racionalización de los horarios españoles) afirma: “No nos oponemos al cambio de hora, pero pensamos que se trata de un parche, una medida ineficaz si no se acompaña  de otros cambios más profundos en nuestros hábitos horarios. La teoría del cambio de horario se sustenta en que con el adelanto de los relojes se produciría un mejor aprovechamiento de las horas de luz, con el consiguiente ahorro energético. Pero en la práctica ese ahorro energético no es  significativo, puesto que las jornadas de trabajo siguen siendo maratonianas y se sale de trabajar a horas intempestivas, practicando mas la cultura de la presencia que la de la eficiencia, lo que no nos ayudara a salir de la crisis”.   
 
Hace poco menos de doscientos años, cada ciudad y pueblo se regía por su hora local, aquella que quedaba establecida por el Sol según su longitud. Pero la aparición del ferrocarril y los telégrafos hizo necesaria una unificación. La hora de Londres, tomada en el observatorio de Greenwich, fue así el origen en 1880 del vigente sistema de husos horarios, en el que el globo terráqueo quedaba dividido en 24 husos de 15 grados de longitud cada uno. España, como casi todos los estados, se adaptó a aquel sistema, quedando establecido en toda la península el huso horario de Greenwich (GTM+0).

Esta situación se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial. La expansión de la Alemanianazi y su aliada Italia, ambas en el huso horario GTM+1, llevó a las naciones conquistadas a adoptar dicho huso. En 1940, por decreto del entonces Jefe del Estado, el General Franco, se determinó que a partir del 16 de marzo, España sumase 60 minutos a su hora oficial, pasando de la hora que había sido oficial hasta entonces, la de Greenwich, a la de sus aliados, GTM+1.

Así fue como Hitler y Franco cambiaron, en buena medida, las costumbres españolas. Al tener una hora oficial que no se corresponde con la hora solar, por un rango de entre una hora en la región oriental de la península, y en invierno, hasta las casi tres horas en verano en Galicia, los españoles parecemos excéntricos según dicta el reloj internacional. Lo cierto es que nos situamos en el GMT+1 en invierno, y el GMT+2 en verano, cuando nuestro huso horario natural es el GMT.

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