U N A de las primeras conclusiones del proyecto de investigación del Instituto de Salud Carlos III denominado “Quality of Life and Ageing in Spain, Sweden and Portugal (QASP, Calidad de vida y envejecimiento en España, Suecia y Portugal)” es que una de cada cuatro personas mayores de 65 años en España sufre depresión.
El objetivo de este proyecto es
investigar el envejecimiento activo y saludable y la calidad de vida de personas
mayores en tres paises europeos, dos del sur de Europa (España y Portugal) y
uno del norte (Suecia). Maria João
Forjaz, investigadora del Centro Nacional de epidemiología del Carlos III,
es la coordinadora del proyecto, que cuenta con un equipo multidisciplinar
formado por médicos, psicólogos, sociólogos, estadísticos y geógrafos, además
de una gerontóloga y una ingeniera.
En España, advierte el documento,
las personas mayores de 65 años representan casi el 20% de la población y se
prevé que este porcentaje crezca significativamente en los próximos años.
Uno de los desafíos más
relevantes que señalan es ocuparse de lo que se ha denominado "epidemia de
la soledad", esto es, el impacto negativo que la soledad no deseada y el aislamiento social tienen en la salud
mental y la calidad de vida de las personas mayores.
Según los datos que han
recopilado, en España, un 20% de las personas mayores de 65 años declara
niveles altos de soledad, un 25% de aislamiento social y 1 de cada 4 sufre
depresión.
El perfil de la soledad en España es ser mujer, mayor y con baja renta, con problemas de salud física y
mental, deterioro cognitivo y sensorial y, consecuentemente, bajos niveles de
calidad de vida. Por otro lado, los autores advierten que "una mala salud
mental está estrechamente asociada con la soledad y el aislamiento social
El neuropsiquiatra geriátrico estadounidense Dilip Jeste ha tratado la soledad como una “pandemia silenciosa” que ha provocado un aumento del 33% en los suicidios, así como un incremento de seis veces en el número de muertes relacionadas con los opioides en Estados Unidos. “La soledad predispone a la depresión mayor, los trastornos de ansiedad, los suicidios, los trastornos por uso de sustancias, la demencia y las enfermedades cardiometabólicas” resalta Jespe.
“Nuestros estudios recientes –prosigue-
han encontrado una fuerte correlación
inversa entre la soledad y la sabiduría en las etapas de la edad adulta. La
sabiduría es un rasgo complejo que comprende componentes específicos: comportamientos
prosociales (por ejemplo, empatía y compasión), regulación emocional,
autorreflexión, toma de decisiones sociales y espiritualidad. Los
comportamientos prosociales tienen la correlación inversa más fuerte con la
soledad. Varias regiones del cerebro están implicadas en la sabiduría,
incluidas las cortezas cingulada anterior y prefrontal, la ínsula y la amígdala“.
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