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12 de abril de 2020

LOS MERCADOS DE ANIMALES VIVOS: FUENTE DE PANDEMIAS


DEGUSTANDO UNA SOPA DE MURCIÉLAGO
Desde tiempos inmemoriales, los mercados de animales vivos han existido en el sudeste asiático, una tradición ancestral. En el mercado Huanan de la ciudad de Wuhan, epicentro de la epidemia del coronavirus, había a la venta, vivos o a trozos, cocodrilos pequeños, puercoespines, perros, ratas de bambú, crías de lobo, avestruces, patos, civetas, carne de camello, marmotas, conejos, serpientes o pavos reales, entre otros animales raros.
Sucede que, en ocasiones, se entremezclan las secreciones de animales vivos con la sangre y desechos de los muertos, lo que supone un  caldo de cultivo ideal para que surjan virus desconocidos.
Eso es lo que ocurrió en el 2002 en el mercado de Qin Ping, en la provincia de Cantón, donde apareció el virus del SARS (síndrome respiratorio agudo severo), que en 9 meses mató a casi 800 personas e infectó a otras 8.422 por todo el mundo. En aquella ocasión, los científicos determinaron que el transmisor de ese coronavirus –emparentado con el de Wuhan– fue una civeta, una especie de gato salvaje muy apreciado por algunos paladares chinos. Aunque entonces el gobierno dictó algunas normas para controlar este tipo de comercio, se ha seguido haciendo al amparo de inspecciones poco rigurosas. También existen mercados de animales vivos en no pocos países asiáticos y en algunos lugares de África. La mayoría de las pandemias tienen al menos una cosa en común: comenzaron su trabajo mortal en Asia o África.
Tras el brote de COVID-19 que ha paralizado el mundo entero, en enero China impuso una prohibición sobre los mercados de animales salvajes para consumo humano, pero lo que sucedió es que se potenció un mercado negro de difícil control.

En cuanto a China en particular, los ecologistas desconfían de la posibilidad de realmente aplicar la ley que prohíbe la venta de animales para consumo humano, recordó Green Queen, una plataforma fundada en 2011  de medios de impacto que aboga por el cambio social y ambiental en Hong Kong.
Aun con la cooperación de las grandes tecnológicas, los comercios que se dedican a esto pueden seguir existiendo por falta de reformas al sistema de licencias chino, que deja muchos huecos por los cuales un negocio de especies exóticas se puede operar sobre uno montado legalmente.
Los científicos creen que el Coronavirus, la primera infección, el comienzo de la diseminación se produjo en el mercado de Wuhan. Esos mercados húmedos (se los llama así porque el suelo está cubierto casi en su totalidad por sangre y agua) constituyen una doble amenaza. Por un lado se somete a los animales a un trato cruel y por el otro son perfectos hábitats, la atmósfera ideal para la transmisión de enfermedades zoonóticas.
Con todo, parece poco creíble que un estado dictatorial como China no pueda cortar de raíz, si quisiera, estas prácticas medievales que comprometen gravemente la salud mundial.

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